miércoles, 13 de mayo de 2009


- A veces da julepe abrir los ojos, porque por ahí los abrís y ves todo patas para arriba. Y eso es lo que en verdad da miedo, los cambios. Como un chico que juega a las escondidas tapándose los ojitos creyendo que así no lo ven. Uno, a veces, cierra los ojos como si así fueran a desaparecer los problemas. Como si muerto el cartero fueran a desaparecer las cartas fuleras. Uno se hace el perro que tumbó la olla, como si el dolor que siente no existiera. Uno detesta y ama a esa persona, o a ese espejo, que te canta las cuarenta. Uno detesta y ama a quien abre tus ojos. Abrir los ojos tiene gusto a membrillo con queso, es agridulce. Por un lado, como que se pierde la magia. Pero por el otro, se sale del engaño. A veces lo que tenemos que ver es tan horrible, que preferimos hacer la vista gorda, cerrar la tranquera, y vivir en una cajita de cristal.

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